Bienvenido o bienvenida a la meca del vino y del mejor enoturismo. Tal vez un fin de semana no sea tiempo suficiente para abarcar una franja vinícola de unos 115 kilómetros de largo y 35 de ancho. Puede que un puente no sea suficiente para capturar la esencia de más de 3.000 kilómetros cuadrados repartidos entre las provincias de Burgos, Valladolid, Soria y un poquito de Segovia. Pero 2.500 años de historia de un vino sí caben en una copa cuando esta contiene el mejor vino y, sobre todo, cuando la tomas en el lugar y el momento adecuados. Si quieres vivir la mejor experiencia enoturística de España —y una de las del mundo—, este es el destino ideal de tu escapada.
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Historia de la Ribera del Duero
La Ribera del Duero discurre por los más ancestrales pagos vitícolas. Nos remontamos al siglo V a. C. En Baños de Valdearados, se descubrió en 1972 un mosaico romano de 66 metros cuadrados con alegorías al dios Baco, lo que certifica que los primeros enoturistas datan de tiempos de Homero. Siglos más tarde las variedades locales sirvieron a las necesidades de monjes, nobles y reyes. Y aún más tarde llegó la filoxera —ese temible parásito de la vid que hizo estragos en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX— y condenó estas tierras a la irrelevancia o el abandono. Pero la Ribera del Duero —denominación de origen desde 1982— resurgió como el ave fénix.
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¿Qué es el enoturismo?
El auge de los vinos de la región se basa en la nobleza de la fruta y la capacidad de trabajo, innovación e ilusión de quienes la trabajan, y esa misma cristaliza hoy en la propuesta del enoturismo. Naturaleza primigenia y viñedos milenarios. Bodegas decanas y una gastronomía de alto nivel construida por, para y alrededor del vino. Retiro y descanso en hoteles que recogen toda la historia y el alma del lugar. Una experiencia dentro de la experiencia. Sin ir más lejos, una visita a Pradorey.
Si ya has probado nuestros vinos de alta gama, querrás conocer la tierra donde los concebimos. Si aún no lo has hecho, te invitamos a vivir la experiencia completa que da sentido a la propuesta enoturística. En una finca impresionante —a tan solo 10 kilómetros de Aranda de Duero— puedes visitar nuestras instalaciones y descubrir, mano a mano con nuestros expertos, el alma de nuestros vinos: un mundo de olores, gusto, tacto. Y también la “tecnología” que garantiza su calidad: controles de temperatura de fermentación, tinajas centenarias, depósitos de hormigón, barricas de roble de diferentes tamaños, tostados y edades… En nuestra Posada de Pradorey —antiguo palacete herreriano construido para la realeza en 1601, bajo mandato del Duque de Lerma— podrás pasearte por las mismas estancias que, en el siglo XVII, acogieron a monarcas (Felipe III), literatos (Lope de Vega) o artistas (Rubens).
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Un día de enoturismo
Despiertas, abres las cortinas de tu habitación y te asaltan las maravillas de esta región; ¿cómo resistirse a un paseo para empezar el día? En la zona hay sugerentes rutas señalizadas, ideales para caminantes expertos o neófitos: elSendero del Bosque y del Pinar, en Peñaranda de Duero; el del Agua, entre Berlangas y Hoyales de Roa; la ruta de los Moros, Calzada Romana milenaria entre Alcoba de la Torre y Zayas; la ruta Jacobea, que conduce a Santiago de Compostela… Hay humedales, como el de Caleruega, el de las Navas de la Dehesa (en Fuentelcésped) o el del Carrascal (en Villalba). Cuevas, como las de las Salinas (en San Esteban de Gormaz), la del Moro (en Valdanzo) o la Gran Cueva (en Valdeayuso). Lagunas, como las de Padilla de Duero. Parques naturales como el de las hoces del Riaza. Si tienes afición a la bici: a muchos de estos parajes se llega recorriendo rutas pensadas para ti. ¿Prefieres remar a pedalear? Visita obligada al embarcadero de San Esteban de Gormaz, el de Olivares o el de Vadocondes. Si quieres compaginar naturaleza y cultura, añade a tu plan visitas a las iglesias de San Miguel, Nuestra Señora del Rivero o San Martín (en San Esteban de Gormaz), el Monasterio de Santa María de La Vid (en La Vid), o el Castillo y el Palacio de los Condes de Miranda (Peñaranda).
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…pero un día no basta
Con tanta visita entra el hambre; oportunidad de oro para entregarse a platos tradicionales como el lechazo asado, la sopa de ajo o la castellana, pero también a manjares recurrentes el congrio y el bacalao, o los productos de la huerta y los quesos. No todo es cocina tradicional: la Ribera ha desarrollado una sobresaliente gastronomía moderna y de autor. ¿Sabías que en un radio de 30 kilómetros hay tres restaurantes —Ambivium , Taller Arzuaga y Refectorio — con estrella Michelín? En Pradorey apostamos por una gastronomía internacional contemporánea basadas en productos de proximidad.
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Ya te avisábamos al principio: guárdate varios días. Enoturismo es vino y paisaje. También es descanso y desconexión. Ningún sitio para vivir todo ello como nuestra bodega y las 520 hectáreas de viñedo que la rodean; es la mayor extensión de una sola bodega en la Ribera de Duero. Aquí hay mil cosas que hacer: asistir a nuestras Jornadas de Teatro Barroco (en julio), a nuestras Jornadas VIP de la vendimia (septiembre y octubre), visitar el Museo del Vino… Eso sí: corónalo con una cata.