EL VINO ROSADO ES LA ESTRELLA DEL VERANO

Con los días calurosos que trae el verano, nuestras costumbres cambian casi sin darnos cuenta. Guardamos los abrigos, sacamos la crema solar y buscamos bebidas que nos refresquen. En esta época, los vinos rosados cobran protagonismo: son ligeros, aromáticos y se disfrutan mejor bien fríos. No es casualidad que su consumo se haya disparado en los últimos años, convirtiéndose en la opción preferida de muchos amantes del vino.

A la hora de escoger un rosado, no basta con dejarse seducir por su bonito color, que puede ir desde un tenue rosa pálido hasta un vibrante tono fresa. Estas variaciones no son solo cuestión de apariencia: reflejan el tipo de uva utilizada, el tiempo que el mosto permanece en contacto con los hollejos y el estilo del productor. Conocer estos matices ayuda a encontrar el rosado que mejor se adapte a nuestros gustos y a cada ocasión.

¿Sangrado, prensado directo o clarete?

– Sangrado

Uno de los métodos más utilizados para elaborar rosados es el sangrado. Esta técnica consiste en retirar parte del mosto después de unas horas de maceración con las pieles de la uva tinta. El resultado son vinos con intensos aromas florales y de fruta roja, un atractivo color frambuesa con reflejos púrpura y una sensación en boca corpulenta pero siempre fresca. Así se elabora Pradorey Finca La Recorba, un rosado único, elaborado por sangrado a partir de tempranillo y merlot con un toque de albillo mayor. Un vino complejo, con estructura, nervio y una marcada personalidad.

– Prensado directo

La otra forma común de elaboración es el prensado directo. En este caso, las uvas tintas se llevan directamente a la prensa y se fermenta el mosto resultante, a veces con un breve contacto con las pieles. Este proceso da lugar a vinos más pálidos y de tonos rosáceos, frescos y ligeros en boca, con gran versatilidad gastronómica. Así nace Lía, el primer Blush rosé de la Ribera del Duero. Un rosado fresco y sutil de estilo provenzal, con aromas delicados y una boca ligera y vibrante, ideal para disfrutar como aperitivo o con platos ligeros.

– Clarete

Por último, pero no menos interesante, está el clarete, un vino que se vinifica como un tinto: el mosto fermenta en contacto con las pieles, pero se utilizan uvas tintas y blancas mezcladas. Este método tradicional, muy presente en regiones como Castilla y Rioja, da lugar a colores conocidos como ojogallo, por sus matices anaranjados que recuerdan al ojo de un gallo. Estos tonos se intensifican con el paso por barrica, que también aporta mayor complejidad y una ligera oxidación. Un clarete bien elaborado puede rivalizar en carácter con los mejores tintos.

Variedades que definen el carácter de un rosado

El modo de elaboración es clave en un vino rosado, pero no menos importante es la elección de la variedad de uva. Cada tipo aporta matices únicos: desde aromas frescos y florales hasta una mayor complejidad en boca.

En España, dos variedades destacan especialmente en este estilo:

  • Garnacha: se caracteriza por su frescura, suavidad y notas de grosella o fresa.
  • Tempranillo: muestra un perfil más sobrio, con recuerdos de frambuesa y un sutil fondo floral de violeta.

Otras variedades como Merlot también se utilizan para elaborar rosados con más estructura y complejidad. Además, en ocasiones se incorporan uvas blancas a la mezcla, aportando ligereza y aromas delicados.

A diferencia de España, donde predominan los rosados monovarietales (salvo el tradicional clarete), en Francia es habitual encontrar mezclas de diferentes uvas. En regiones como Provenza se combinan Garnacha, Cinsault, Mourvèdre o Syrah, dando lugar a algunos de los rosados más valorados del mundo.

Sin embargo, en España también hay ejemplos sobresalientes de complejidad y elegancia, como nuestro Salgüero Rosado. Este vino es un coupage singular de Tempranillo, Merlot y un toque de Albillo Mayor que le aporta frescura y tensión a una base poderosa. Criado durante meses en barricas usadas de tinto y azueladas, su color entre piel de cebolla intensa y salmón contrasta con su luminosidad y profundidad. En nariz, despliega una sofisticación inusual; en boca, seduce con una textura cremosa, un punto licoroso y una complejidad que lo convierte en posiblemente el rosado más exquisito de Pradorey.

Hoy en día, no es necesario viajar hasta Saint-Tropez para disfrutar de un excelente rosado. A lo largo de toda la geografía española se producen opciones muy interesantes, con estilos que van desde los más ligeros y aromáticos hasta los más complejos y gastronómicos.

EL VINO ROSADO ES LA ESTRELLA DEL VERANO

Rosados y gastronomía: combinaciones que sorprenden

Una de las grandes ventajas de los vinos rosados, especialmente en verano, es su versatilidad a la hora de acompañar diferentes platos. Su refrescante acidez y su temperatura de servicio, entre 6 y 8 °C, los convierten en un aliado ideal para recetas ligeras y llenas de sabor.

Son perfectos para realzar la frescura de un tartar de atún con aguacate, una burrata con tomate confitado o una tempura crujiente con un toque cítrico, y también combinan de maravilla con postres llenos de personalidad, como un cheesecake de maracuyá o una pavlova de frutos rojos. Servidos en copas de vino blanco y bien fríos, despliegan todo su potencial aromático y aportan un punto de disfrute a cualquier mesa.

 

Este verano, merece la pena explorar nuevas armonías y dejarse seducir por la capacidad de los rosados para acompañar tanto la cocina más sencilla como los sabores más creativos. Un vino versátil, fresco y vibrante que siempre aporta un punto de disfrute a cualquier mesa. ¡Salud!

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