¿Cómo evoluciona el vino en la botella?

A menudo la gente tiende a identificar la crianza del vino exclusivamente con la estancia de éste en las tradicionales barricas que inundan las salas de las bodegas más prestigiosas de cada región, pero, ¿sabías que dicho proceso tiene continuidad en la botella, y que esta segunda crianza resulta clave para la evolución del vino? ¿Sabes cuáles son los factores clave para que dicha evolución sea positiva y que el vino gane en complejidad y armonía?

 

En este artículo te vamos a hablar de las distintas etapas de evolución del vino en la botella de cara a que descubras cuál es el momento más adecuado para su consumo. ¿Nunca te has preguntado cuál es el mejor momento para abrir esa botella tan especial que te regalaron hace unos meses? Lee con atención este artículo, porque te vamos a dar algunas pistas.

Etapas de evolución del vino

Son varios los factores que influyen en la evolución del vino. En primer lugar, y como siempre que nos referimos al mundo del vino, todo empieza en la viña. La altitud de la misma, su orientación, la edad de las cepas e incluso el varietal que se cultive, así como, obviamente, el tipo de suelo, la pluviometría y la climatología de la región, tendrán como resultado una uva con características diferentes y más propicias para crianzas en barrica y botella más o menos largas. Se suele decir que la acidez (tanto en los vinos tintos, como blancos y rosados), así como los taninos y antocianos (fundamentalmente en los vinos tintos), son la musculatura y el esqueleto del vino. Climas más fríos o más lluviosos, por ejemplo, tienden a dar vinos con mayor acidez y capacidad de guarda. Los climas más templados, por el contrario, tienden a dar uvas con menor acidez más propicias para producir vinos jóvenes.

 

Por supuesto, también incide el tipo de elaboración, si, efectivamente, el vino ha tenido o no crianza en barrica así como las condiciones de temperatura en las que el vino ha sido almacenado.

 

Un proceso de embotellado inadecuado puede echar a perder un buen caldo, de manera que este factor es crucial para que puedas disfrutar del vino y saber qué puedes esperar de cada elaboración.

 

La historia nos dice que la botella comenzó a utilizarse como recipiente para guardar el vino allá por el siglo XVII, si bien es cierto que hasta el siglo XIX y fundamentalmente el siglo XX, no se concedió excesiva importancia a la misma durante el proceso de crianza. El vidrio, como elemento de almacenamiento, puede ofrecer distintos matices, además de un indudable toque de distinción por motivos estéticos. El cierre de la botella con el corcho permite, además, limitar la entrada de oxígeno, permitiéndole al vino evolucionar de forma lenta y paulatina, redondeándose y ganando en complejidad y elegancia.

En definitiva, el embotellado permite alargar la vida de un vino, de ahí que un caldo en perfectas condiciones climáticas y de almacenamiento pueda conservarse durante varios años. Te recomendamos que antes de decidirte por un vino averigües cuánto tiempo ha estado criándose en barrica y en botella antes de salir al mercado.

 

Finalmente, y antes de exponer las tres etapas de evolución, has de saber que no todos los vinos pasan por las mismas. Lo más frecuente es que la mayoría de los vinos se consuman antes de la etapa de maduración, que los de calidad se tomen cuando han llegado a la plenitud y que solo se consuman vinos en declive de forma excepcional.

 

Maduración

La maduración es un proceso en el que el vino se hará más astringente y perderá sabores de fruta, pudiendo incluso presentar ciertos aromas desagradables debido a la falta de oxígeno.

Normalmente, no es recomendable consumir el vino durante esta época que es, más bien, una transición hacia su plenitud gustativa; hay que dejar que finalice su proceso de evolución y, en este caso, como se suele decir, el vino está creciendo.

 

En los vinos jóvenes esta etapa de maduración es casi inexistente, por cuanto lo que se busca en este tipo de vinos son, precisamente, sus aromas y sabores frutales.

Plenitud

Es aquí donde, si se ha realizado un proceso de crianza correcto y una elaboración de calidad, el vino da lo mejor de sí y puedes disfrutar de todo lo que te puede aportar. Podrás reconocer los distintos sabores que posee (ácido, dulce, salado y amargo) en su debida proporción, así como sus matices de fruta que son más sutiles, o incluso bien aderezados con aromas de especias dulces, balsámicos o frutos secos procedentes de la crianza en barrica, los cuales aparecen plenamente integrados.

Es importante subrayar que no hay un tiempo determinado para que el vino conserve su plenitud porque va a depender de su origen, de cómo se ha elaborado y de las condiciones de almacenamiento. Es perfectamente posible probar un vino de más de 100 años que conserve todas sus propiedades después de decantarlo para que se oxigene. Lo importante, en cualquier caso, es averiguar qué momento durante la fase de plenitud es el óptimo para ti según tus propios gustos. Recuerda que el mejor vino siempre es el que más le gusta a uno.

 

La fase de plenitud es el mejor momento para tomar un vino porque se ha logrado la conjunción de factores, después del periodo de crianza. La mayoría de sumilleres y restaurantes te aconsejarán que los pruebes en esta etapa.

 

Declive

La idea de declive has de entenderla desde dos perspectivas, puesto que el vino pierde cualidades organolépticas. En primer lugar, verás que pierde color y que, en algunos casos, el líquido se vuelve más claro en los vinos tintos y amarillento en los vinos blancos. En segundo lugar, también has de tener presente que es posible la acumulación de posos en el fondo de la botella.

En lo referente al sabor, notarás que el vino es más seco y que pierde algunos de los matices de los que podías disfrutar durante la etapa de plenitud. Es posible que puedas consumir el vino aún, pero habrá pasado su mejor época y quedará la sensación de que podía haber dado más de lo que ofrece ahora.

En cualquier caso, te aconsejamos que, si vas a probar un vino en la fase de declive, valores si te compensa. Esto suele ser así en vinos con una cierta crianza y cuando el proceso está en una fase inicial. Siendo así, aún vale la pena.

Conclusión

Si conoces la evolución del vino, te será más fácil apreciar los beneficios de este producto y disfrutarlo. En algunos casos, con un simple vistazo vas a poder discriminar cuándo un vino está en condiciones y cuándo ha pasado el mejor momento para consumirlo. En otras ocasiones, vas a necesitar catarlo para poder apreciar sus matices. De cualquier forma, zambullirte en la enología es apasionante y, si te gusta, aprenderás rápido.

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