Si algo ha caracterizado a PRADOREY desde su fundación, ha sido nuestra vocación exportadora. Y no es para menos. Hoy en día, estamos presentes en casi 40 países, creciendo nuestra cifra de ventas en muchos de ellos incluso en este 2020 tan convulso. Son cerca de 100 los importadores que tenemos repartidos por todo el planeta, algunos de ellos desde que comenzó nuestro periplo por los mercados internacionales hace ya más de 20 años, lo cual no sólo nos llena de orgullo, sino que nos hace recordar que el trayecto tuvo sus altibajos, sus recovecos y curvas cerradas, y que fue de todo menos fácil. Sobre todo, en sus inicios.
Allá por los años 90 del siglo pasado, cuando comenzó nuestro proyecto exportador, nos encontramos con enormes dificultades. Por aquel entonces, la marca España tenía un posicionamiento difuso en el sector vitivinícola. Junto a nuestra imagen de país granelista y producto barato, convivía otra que representaban con enorme acierto un puñado de bodegas legendarias, pioneras incluso, que dignificaban y defendían nuestros vinos sin complejos en los mercados internacionales. Ribera del Duero, hoy, sin duda, una historia de éxito, por aquel entonces era aún un gran interrogante. Pensemos que la DO se creó como tal en 1.982, y que competíamos entonces con regiones, como Burdeos o Borgoña, las cuáles presumían de más de 200 años de historia. La uva tempranillo, hoy venerada y reconocida en casi todo el mundo, era, a menudo, considerada una casta con menor pedigrí que otras francesas o italianas, algunas de las cuáles, incluso, comenzaron a plantarse en nuestro país.
Así pues, con mucha humildad, pero sin complejos, botella en mano y con la maleta repleta de ilusión, fuimos poco a poco conquistando nuevos paladares en lugares remotos. Es emocionante recordar nuestro primer Vinexpo, aquellas primeras misiones inversas, o incluso las primeras ferias privadas de nuestros importadores. La ilusión que sentimos cuando la gente vibró con aquel primer Roble de 1.997, el cuál resultó ser un hito en la historia de nuestra región. O la curiosidad que despertó el Lía, el primer rosado pálido de la historia de la Ribera del Duero, en Prowein 2013. Como tampoco podremos olvidar jamás nuestra primera cata multitudinaria en Shanghai, la primera vez que vimos un vino nuestro en un restaurante con tres estrellas Michelin en Tokio, o el cariño que recibíamos siempre que pisábamos Latinoamérica. Pero sin duda, lo que más nos enorgullece, lo que sin duda nos pone la piel de gallina, es comprobar cómo algunos de los pequeños importadores que en su día se acercaron a catar nuestros vinos en algunos de estos eventos, hoy se han convertido en auténticos referentes de nuestro sector en sus países, siendo PRADOREY, no sólo una de sus marcas de referencia, sino uno de los protagonistas principales de su crecimiento.
Siempre tuvimos claro que la única manera de hacer marca en los mercados internacionales era poniendo en valor lo nuestro. Tanto lo referido a España y a la Ribera del Duero en general, como aquello que hace diferente a PRADOREY en particular. En concreto nuestra historia, la de un Real Sitio desde 1.503. Nuestra finca, con el viñedo propio más grande de la Ribera del Duero, con sus 131 parcelas, y nuestra filosofía de sólo utilizar nuestra uva. La historia familiar que hay detrás de nuestro proyecto, con Javier Cremades de Adaro, “el loco de la Ventosilla” (porque había que estar un poco loco para hacer la apuesta que él hizo por la Ribera del Duero en el momento que la hizo) al frente, o nuestro afán por innovar y explorar los límites de todo constantemente. Todo ello bien aderezado con un proyecto sostenible y que es medioambientalmente ejemplar desde hace más de 100 años.
Poquito a poco, como íbamos contando, fuimos haciendo camino. Es cierto que hoy los tiempos han cambiado. Que gracias a la globalización el consumo de vino se ha generalizado en mercados donde antes era casi imposible vender una botella. Que España y la Ribera del Duero se están consolidando como regiones vitivinícolas de primer nivel. Y que incluso, a través del enoturismo, estamos logrando atraer a un público más joven que se acerca a nuestro sector de forma desenfadada y que luego ejerce de embajadores de nuestros vinos en sus lugares de origen, muchos de ellos más allá de nuestras fronteras. Pero también lo es que la competencia es feroz, por cuanto nunca en la historia se han elaborado tantos vinos tan buenos en tantas partes diferentes del mundo.
Con este panorama, no es difícil darse cuenta, no sólo de que uno no se puede relajar, sino que quedan muchos mercados por conquistar. Que la historia de PRADOREY en la internacionalización de su portafolio acaba de comenzar. Debido a ello, en los últimos años se ha reforzado notablemente nuestro departamento comercial de exportación. Gracias a su labor, se ha conseguido fidelizar a un pull de distribuidores/importadores, de los de siempre y de los de nuevo cuño, así como ampliar las relaciones comerciales a mercados nuevos por todas partes del planeta. En algunos de ellos, los propios distribuidores o importadores ejercen casi de prolongación de PRADOREY, quedando encargados de ejecutar las acciones de promoción, llevándose a cabo las mismas de forma coordinada con las directrices comerciales de la bodega.
Además, en el último ejercicio, se ha logrado contar con fondos FEDER, procedentes de la Unión Europea, lo cual sirve de gran impulso en las labores de expansión y comercialización internacional.
Nº Exediente: 08/18/BU/0099
Línea: Proyectos de Internacionalización
Título del Proyecto Estrategia de expansión internacional RSV 2019
Plazo de Ejecución: 31/05/2019 a 31/03/2020