Hay una diferencia sustancial entre “tomar algo antes de comer” y preparar un aperitivo. El primero suele ser una solución de urgencia; el segundo, un momento en sí mismo. Una pausa consciente que abre la puerta a la conversación, al placer, a la calma.
Transformar ese instante en algo especial no requiere grandes alardes. Solo atención al detalle, ganas de disfrutar y, cómo no, una copa de buen vino que actúe como hilo conductor. En nuestra bodega lo sabemos bien: hay vinos pensados para acompañar toda una comida, y otros que brillan con esa media luz que tiene el aperitivo. Sutiles, elegantes, capaces de realzar un plato sencillo y hacerlo inolvidable.
Hoy te proponemos algunas ideas para elevar ese momento con combinaciones que despiertan los sentidos.
El poder de lo simple: queso fresco, aceite y un toque de sal
No todo lo que es sencillo es básico. Una buena burrata o un queso de cabra fresco, acompañado de un hilo de aceite de oliva virgen extra y unas escamas de sal, puede ser tan exquisito como un plato complejo. Si se suma una copa de vino fresco, con una ligera acidez y notas florales o de fruta blanca, el bocado se vuelve completo. Es justo en esta categoría donde una elaboración sutil como nuestro vino blanco Pradorey Finca Los Quemados brilla con fuerza. Su frescura afrutada y elegante lo convierte en el acompañante ideal de quesos suaves y delicados.
Mar y campo: contrastes que funcionan
Una tosta con sardina ahumada, una base de pisto frío o una crema de berenjena asada. El secreto está en combinar texturas: lo crujiente del pan, lo untuoso del vegetal, la potencia del pescado. Un vino que haya pasado por tinajas de barro o tenga una crianza breve aporta el contrapunto ideal. Aquí, El Mirón —con su acidez y frescura, fruto de sus tres variedades de uva, entre ellas albillo y garnacha, que equilibran a la perfección el aperitivo— se convierte en un acompañante excepcional. Sus 10 meses de crianza en barrica le otorgan la estructura propia de la Ribera del Duero, ensamblando con las notas ahumadas y vegetales como si hubieran nacido para estar juntos.
Las verduras como protagonistas
El aperitivo no tiene por qué girar siempre en torno a embutidos y quesos. Pimiento rojo asado con ralladura de limón, zanahorias asadas o calabacín a la plancha o barbacoa con un toque de romero fresco pueden ser opciones sofisticadas y deliciosas. El vino adecuado aquí debe ser puro, limpio y brillante.
Un rosado elegante puede aportar ese fondo de fruta y frescura que abraza los vegetales sin restarles ligereza. Un vino de tales características como lo es Pradorey Finca La Recorba, donde la acidez está bien integrada y el carácter frutal se impone con sutileza, encaja de maravilla.
Dulce-salado: un juego con reglas propias
Algunos bocados juegan con el equilibrio entre azúcar y sal: higos secos con jamón ibérico, nueces con crema de queso y miel. Son combinaciones que piden un vino con carácter, capaz de navegar entre los extremos sin perder el rumbo. Un tinto como Adaro, es un aliado perfecto. Su estructura elegante, sus notas de fruta roja fresca y floral con un fondo ahumado crean un puente sensorial entre el dulzor del fruto seco y la intensidad del queso curado o el jamón.
Texturas, aromas y finales largos
El aperitivo también es una cuestión de ritmo. No todo se sirve al mismo tiempo, no todo se toma con el mismo vino. Una buena tabla de embutidos artesanos y quesos curados o un paté de ave con mermelada siguen siendo aliados perfectos, pero su expresión cambia cuando el acompañante también lo hace.
Con Pradorey Finca Valdelayegua, el maridaje adquiere un perfil más amable y envolvente. Su suavidad y textura sedosa permiten que cada bocado se integre con naturalidad, resaltando los matices sin ocultarlos. Su persistencia limpia e intensa prolonga el disfrute con elegancia, dejando una sensación fresca y pulida en el paladar.
No se trata de sofisticar por sofisticar, sino de recuperar el valor de los gestos pequeños. De elegir con mimo cada producto, de servir en copas que inviten a brindar, de crear un espacio para conversar. El vino no debe imponerse, sino acompañar. Ser parte del momento, sin robarle protagonismo.
¡Ahora solo queda probarlos y disfrutar!


